Librame de Homicidios

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DOMINGO - 10:00AM & 1:00PM Worship Service | Miércoles - 7:00PM Servicio de Alabanza

by: JULIO GARDUNO

02/04/2020

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Día 3 - Ayuno de Daniel

"Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;

Cantará mi lengua tu justicia." Salmo 51:4

Los penitentes sinceros no tratan de buscar palabras elegantes para confesar sus pecados, van directos al granos y llaman al pecado, pecado. David sabía que había causado la muerte de Urías heteo, un súbdito suyo, fiel y leal, y por tanto confiesa el asunto abiertamente. ¿Pero que hay detrás de esa confesión?

Cuando se nos refiere el sexto mandamiento, el cual es: "No Matarás", inmediatamente reaccionamos como que ese mandamiento no tiene que ver absolutamente nada con nosotros, simplemente porque no hemos privado de la vida a alguien o no esta en nuestra mente hacerlo.

La enseñanza de Jesús realza este mandamiento y coloca una de las causas por las cuales se comete un homicidio, la cual es la ira, es decir, un enojo fuera de control:

"Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego". Mateo 5:21-22

Caín terminó matando a su propio hermano Abel, por haberle dado lugar a la ira en su corazón, le dio también lugar a un espíritu de homicido. Este espíritu homicida no puede tomarse con ligereza. Es como un tumor canceroso que si no se extirpa será cada vez más grande. Tristemente todos nacimos con una debilidad pecaminosa relacionada con la ira.

¿Cómo se desarrolla la ira cancerígena?

El desenlace de esta enfermedad es sencillo de visualizar: De la ira se pasa a la contención; de la contención al odio; del odio a la amargura; de la amargura a homicidio.

Al hablar de la ira, Jesús quiso alertarnos a tiempo para no participar del veneno del Diablo cuya meta es poner lazo en nuestras vidas para privarnos de nuestra libertad en Cristo. ¡Tengamos cuidado!

De hecho, esta advertencia es un acto de misericordia de parte de nuestro Sr. Jesucristo.

Si la ira ha encontrado lugar en nuestra vida, entonces necesitamos actuar contra ella con URGENCIA. Desde el momento que comenzemos a rechazar la ira, comenzaremos a ser curarnos del veneno que se encuentra en nuestro corazón. Pablo le dice a la iglesia de Éfeso: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Efesios 4:26). ¡Actuemos con diligencia!

Entendamos, es imposible ser un hijo de Dios sin querer ser un hermano o una hermana de Sus otros hijos, por quienes Jesús también murió. El efecto de la muerte de Jesús por nosotros es que Él nos ha hecho uno con Él mismo.

  • VERDAD: "No nos podemos ofrecer en unión con Él, si estamos enojados contra aquellos que le pertenecen." Sencillamente entendamos que,
  • Dar lugar a la ira es dale lugar al diabo.

Aquí es donde tiene un perfecto lugar la siguiente pregunta ¿Cómo puedes tu orar enojado con tu hermano? Si ese es tu caso, Jesús nos presenta el paso a seguir:

  • "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." (Mateo 5:23-34).

Humillarnos y reconciliarnos con nuestros hermanos es una parte esencial de nuestro amor y entrega a Jesús y de nuestro crecimiento espiritual.

Aun que, si bien es cierto que, el Salmo 51 registra la confesión de David y el reconocimiento de que él había pecado en contra de Dios, también nos muestra como el salmista va a la única fuente de gracia y misericordia no solo para el perdón de su pecado, sino además, para que Dios le lavara, purificara y renovara de toda iniquidad. Con toda la convicción de su corazón él describe a esa fuente con las siguientes palabra:

"Oh Dios, Dios de mi Salvación".

- Cantará mi lengua tu justicia" -

¿Estás cantando Su justicia?

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Día 3 - Ayuno de Daniel

"Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;

Cantará mi lengua tu justicia." Salmo 51:4

Los penitentes sinceros no tratan de buscar palabras elegantes para confesar sus pecados, van directos al granos y llaman al pecado, pecado. David sabía que había causado la muerte de Urías heteo, un súbdito suyo, fiel y leal, y por tanto confiesa el asunto abiertamente. ¿Pero que hay detrás de esa confesión?

Cuando se nos refiere el sexto mandamiento, el cual es: "No Matarás", inmediatamente reaccionamos como que ese mandamiento no tiene que ver absolutamente nada con nosotros, simplemente porque no hemos privado de la vida a alguien o no esta en nuestra mente hacerlo.

La enseñanza de Jesús realza este mandamiento y coloca una de las causas por las cuales se comete un homicidio, la cual es la ira, es decir, un enojo fuera de control:

"Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego". Mateo 5:21-22

Caín terminó matando a su propio hermano Abel, por haberle dado lugar a la ira en su corazón, le dio también lugar a un espíritu de homicido. Este espíritu homicida no puede tomarse con ligereza. Es como un tumor canceroso que si no se extirpa será cada vez más grande. Tristemente todos nacimos con una debilidad pecaminosa relacionada con la ira.

¿Cómo se desarrolla la ira cancerígena?

El desenlace de esta enfermedad es sencillo de visualizar: De la ira se pasa a la contención; de la contención al odio; del odio a la amargura; de la amargura a homicidio.

Al hablar de la ira, Jesús quiso alertarnos a tiempo para no participar del veneno del Diablo cuya meta es poner lazo en nuestras vidas para privarnos de nuestra libertad en Cristo. ¡Tengamos cuidado!

De hecho, esta advertencia es un acto de misericordia de parte de nuestro Sr. Jesucristo.

Si la ira ha encontrado lugar en nuestra vida, entonces necesitamos actuar contra ella con URGENCIA. Desde el momento que comenzemos a rechazar la ira, comenzaremos a ser curarnos del veneno que se encuentra en nuestro corazón. Pablo le dice a la iglesia de Éfeso: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Efesios 4:26). ¡Actuemos con diligencia!

Entendamos, es imposible ser un hijo de Dios sin querer ser un hermano o una hermana de Sus otros hijos, por quienes Jesús también murió. El efecto de la muerte de Jesús por nosotros es que Él nos ha hecho uno con Él mismo.

  • VERDAD: "No nos podemos ofrecer en unión con Él, si estamos enojados contra aquellos que le pertenecen." Sencillamente entendamos que,
  • Dar lugar a la ira es dale lugar al diabo.

Aquí es donde tiene un perfecto lugar la siguiente pregunta ¿Cómo puedes tu orar enojado con tu hermano? Si ese es tu caso, Jesús nos presenta el paso a seguir:

  • "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." (Mateo 5:23-34).

Humillarnos y reconciliarnos con nuestros hermanos es una parte esencial de nuestro amor y entrega a Jesús y de nuestro crecimiento espiritual.

Aun que, si bien es cierto que, el Salmo 51 registra la confesión de David y el reconocimiento de que él había pecado en contra de Dios, también nos muestra como el salmista va a la única fuente de gracia y misericordia no solo para el perdón de su pecado, sino además, para que Dios le lavara, purificara y renovara de toda iniquidad. Con toda la convicción de su corazón él describe a esa fuente con las siguientes palabra:

"Oh Dios, Dios de mi Salvación".

- Cantará mi lengua tu justicia" -

¿Estás cantando Su justicia?

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